sábado

¡cómo te extraño!

Casi no escucho música boliviana... me entra una nostalgia infinita y se me nubla el corazón.

Y es que tengo dos patrias en el cuerpo, están tatuadas en mi piel. Por eso no puedo evitar pensar de vez en cuando en la tierra que me acogió tantos años, la que vio nacer a mis padres y en la que también fui feliz.

¡Cómo te extraño Bolivia! añoro las cuecas de Matilde, la poesía de Jaime Sanz, las pinturas de Mamani Mamani,  la dulzura de Óscar Alfaro, el sonido indiscutible de Wara... Puedo imaginar las calles de mi Sucre, blanca y llena de escolares. Tierra en la que se ha detenido el tiempo, de noches estrelladas y lluvia olorosa.


“La energía del agua”
Mamani Mamani 2007
Pintor boliviano
Trato de no olvidar nunca mi origen, de recordar las caras, los sitios y los sabores. De soñar de vez en cuando con sus mercados coloridos y sus niños de canela. De no olvidar la pobreza, la sencillez de la vida, el cariño de la gente, las yapas, el apicito caliente, los taxis compartidos, los voceros de los microbuses.


Y sé, sin dudarlo, que mi alma echaría de menos España si tuviera que partir de nuevo y abandonarlo todo otra vez. Me moriría de pena; melancolía de hogar querido, amartelo asegurado. No podría vivir sin Cibeles, sin los paseos por Sol, sin las castañas del invierno, sin las terrazas del calor...

Tengo dos patrias y soy de ninguna parte. Y a veces me siento ajena en ambas tierras. Con mi acento raro y mis costumbres de gringa. Con mi piel morena y el pasaporte europeo. Que levantan sospechas y cejas. Que son siempre anecdóticos.
 
Y me pongo triste cuando siento que aquí no encajo, porque allí tampoco soy ya pieza de aquel puzzle. Que aquí soy una boliviana nacida en los madriles y allá, una española hija de bolitas.

Hace muchos años que no vuelvo y entonces me sentí una extraña en mi propia casa. Todo cambiado, gente distinta. Amigos que no tenían tiempo para verme todo lo que yo hubiera querido. Pensando en Madrid cada día, como si no fuera a volver nunca.
Pero los días pasaron más rápido de lo que esperaba y regresar me produjo también una profunda ansiedad. Regresar, volver... Siempre regreso, siempre vuelvo; no me voy a ninguna parte. Regreso a mi tierra siempre, no importa de que lado del mar esté.

Comparto este vídeo, cuequita chuquisaqueña, para quien quiera comprenderme hoy; que no quiero sentirme extranjera en ninguna parte. Quiero pertenecer y ser. De aquí. De allá.