viernes

Un cristiano contra dios

No soy muy futbolera. Lo era. Vale, lo reconozco. Lo soy en mi interior; y cuando el fútbol es de altura no me resisto.
Recuerdo el mundial de 2002 y mi apuesta en el Brasil - Alemania. Acerté el marcador ganador por encima del personal de la oficina (eminentemente masculino) y me llevé un whisky que luego todos compartieron en mi nombre. La copa de Europa me pilló en Chicago y allí estuve, buscando bares para ver jugar a España. Me perdí la final, estaba en pleno vuelo de vuelta, pero no me cansé de ver  al Niño, en reprise, decidir el partido de la gloria.

Sí... me gusta el buen fútbol. No veo cualquier partido, ni sigo la liga; no hago quinielas... pero me gusta. Pero además, soy Madridista... Me desencanté y dejé de seguirles después de la época galáctica; el cabezazo con el que Zidane acabó su carrera, el morro de Ronaldo, la salida de Del Bosque: la caída de los ángeles blancos. Fútbol de empresa y no de piernas.

En esta temporadita vuelvo a parar las orejas. El sábado promete y ya estoy frotándome las manos para ver el Madrid-Barça. O mejor dicho: Un cristiano contra dios. Cristiano Ronaldo contra el mejor jugador del mundo: Messi, a quien le durará el título, lo auguro.
Miro de reojo las jugadas divinas de La Pulga. Pequeño pero resultón, dirían mis amigas. Argentino, diría yo; su tierra es cantera de futbolistas. Hace magia y recuerda tanto a Maradona en su época dorada! Las jugadas se repiten una y otra vez en la tele. Subo el volumen. Lo tengo decidido.
Cristiano Ronaldo está como un tren; juega maravillosamente... pero...
Lo siento por mi equipo de siempre:  No soy beata, pero esta vez le apuesto a D10S.

Vs

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